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Para muchos no es un secreto los cerca de trescientos habitantes que hace ya un par de meses se encuentran en la Universidad de Antioquia, aunque poco protagonismo ha tenido esto en los medios de comunicación (acomodados como de costumbre), muchos conocen lo que sucede y tienen su propia visión del asunto.



Con un costo total de 1.000 millones de dólares se espera terminar la construcción de las obras principales del megaproyecto de Hidroituango, que entre sus obras, se encuentra la desviación temporal del río Cauca. El valor total del proyecto completo es de 5.500 millones de dólares prometiendo ser la más grande de Colombia.


Mucho se rumora y muchas preguntas hay alrededor del antiguo coliseo de gimnasia y sus ocupantes. ¿En realidad son dueños de tierras, desplazados por la hidroeléctrica sin ningún previo acuerdo? ¿Son personas realmente afectadas u oportunistas esperando algún alivio? ¿En realidad no tienen a dónde ir? ¿Es verdad que la vida que conocían ha desaparecido por completo y se encuentran a la deriva en un océano de aguas turbias? Se generan dualidades en quienes superficialmente se preocupan por el tema, pero nunca han estado ni cerca de lo que se “vive” allí dentro. No se puede asegurar que todos sean dueños de tierras a inundar, lo que sí se puede garantizar es que todos son campesinos desarraigados de su labor mal paga y poco valorada por el engranaje citadino y que han sufrido directa o indirectamente por los intereses económicos que despertaron lo rico de sus tierras.




Huir. Dejar atrás la vida, la tierra que se pisa por generaciones, las montañas, el río, los animales. La libertad. El nuevo destino: cemento, un coliseo frío, carpas. La tierra daba el sustento, ahora la solidaridad de algunos que les duele lo que pasa. El río no suena, las aves son contadas. La espera a una respuesta de los que ahora son dueños del río, y de las montañas mantienen a estos campesinos de doce municipios de Antioquia en la incertidumbre.


El dinero no sirve para reparar el daño que causa el despojo. Nadie quiere saber de las problemáticas del proyecto porque es de vital importancia para el "progreso" del país. Estamos viviendo detrás del humo. Cientos de cortinas nos tapan la visión. La idea de vivir es hoy un ciclé de consumo, materialismo y soledad. Si miramos alrededor nuestro, la idea de progreso impera en todo el planeta. Los seres humanos, como especie, se ha creído la superioridad del valor máximo de la creación de dios," y le dio potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra" (Génesis 1:26).
Así, creamos nuestra existencia, bajo el ego. Nuestra manera de vivir nos llevó fuera del equilibrio natural y hoy las cabezas más poderosas y representativas del planeta piensan en cómo llegar a Marte, antes que cómo volver al cordón umbilical que despreciamos de la madre.

Esta carrera hacia la nada o hacia Marte pasa por encima de selvas enteras, de ríos vivos de peces, hirviendo de vida. No importan los pueblos que milenariamente han sabido conservar un modo de vida ligado a la tierra. Si no se alinean a la idea estorban, si resisten y luchan son el enemigo. Animales, plantas y toda clase de vida son la competencia frente a la idea del desarrollo humano, del asfalto y el hormigón.


Dónde queda la dignidad de las personas, la libertad de decidir cómo vivir, el libre albedrío, cuando la carrera de la civilización está en pleno recorrido y los que se quedan rezagados tienen miedo de pararla.

 

Junio 7/2012

Hidroituango, rastros del despojo. 
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